Pero el amor, esa palabra...
veneno y miel

Y tal parece que soy una de las pocas personas que les gusta más escuchar que hablar, pero no lo puedo callar todo, por eso me creé un blog.

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A la sombra de nuestras almas se encontraron nuestros cuerpos y se amaron
7 de marzo de 2014 (10:15 p. m.) | 0 flores


¿Es que hacemos las cosas sólo para recordarlas?
¿Es que vivimos solo para tener memoria de nuestra vida?
Porque sucede que hasta la esperanza es memoria y que el deseo es el recuerdo de lo que ha de venir.

¡Paraíso perdido será siempre el paraíso! A la sombra de nuestras almas se encontraron nuestros cuerpos y se amaron. Se amaron con el amor que no tiene palabras, que tiene sólo besos. El amor que no deja rastro de sí, porque es como la sombra de una nube, la sombra fresca y ligera en que se abren las rosas.

Sexo puro, amor puro. Limpio de engaños y emboscadas. Afán del cuerpo solo que juega a morirse. Risa de dos, como la risa del agua y del niño; la risa de la bestia bajo la lluvia que ríe.

Sobre tu piel llevas todavía la piel de mi deseo, y mi cuerpo está en vuelto en ti, igual de sal y de olor.

¿En donde estamos, desde hace tantos siglos, llamándonos con tantos nombres Eva y Adan? He aquí que nos acostamos sobre la yerba del lecho, en el aire violento de las ventanas cerras, bajo todas las estrellas del cuarto a obscuras.

Jaime Sabines