Sal con un chico que no lee
25 de marzo de 2013 (7:47 p. m.) | 0 flores
Sal con un chico que no lee. Que te lo presente una amiga, que sean compañeros de universidad. Sal con un chico que no lee, que mantenga sus amigos de los seis años, de los que van juntos a todos lados y se abren paso en los bares como una marea de peces.
Míralo a través de la cerveza, sonríele, y déjale que te convenza de que has encontrado, por fin, lo que buscabas. Conócelo, asiente tímidamente cuando te diga que eres la más guapa, baila pegada a él antes de ir a dormir.
Crea una rutina cómoda, la de los domingos al cine y los miércoles el partido de fútbol. Queda con sus amigos, deja que te incluyan en las bromas privadas y que te levanten por los aires. Elegid vuestro bar e ir a las horas que se os espera, deja que te guiñe un ojo desde el otro lado de la barra, sonríe, créete feliz, enamorada, y no analices los detalles. Sal con un chico que no lee e ignora esa sensación al fondo del pecho que te punza de vez en cuando. Convéncete de nuevo de que las películas son sólo eso, películas.
Deja que el tiempo pase, creced, cambiad, alejaos y separaos por un tiempo. Descubre lo sola que te sientes, llora por tu rutina perdida, nota las lágrimas en el café y llámalo. Reflexionad y acordad una línea lógica de actuación. Recuperad sin daros cuenta los domingos de cine y los miércoles de fútbol. Iros a vivir juntos, llenad la casa de películas, cuadros, mantas para el sofá, organiza cenas para tus amigos, que también son los de él y haced todas esas cosas que la gente espera de vosotros.
No salgas con un chico que lee.
No salgas con un chico que lee porque siempre estará pensando en otra mujer. O en muchas. El chico que lee creará su imagen de ti en memoria a todas las que pasaron por sus manos, y sus ojos. Sal con un chico que no lee porque el que lee abofeteará tu realidad, y no te dejará agarrarte a lo previsible. El chico que lee te impulsará a descubrirte, y te enseñará que las cosas más fascinantes de la vida no tienen explicación.
El chico que lee sabrá hacerte cruzar la diferencia entre felicidad y comodidad, y te enseñará que el amor no siempre significa Amor. El chico que lee sabe desde hace tiempo que los buenos no son los que ganan, y que la acción última, el punto que pone fin a la historia, es lo de menos. Te lo repetirá, serio, cansado, hasta que entiendas que no se valora que el soldadito de plomo se arrojara al fuego por la bailarina, porque en realidad, a nadie le importa.
Sal con un chico que no lee porque el chico que lee te hará darte cuenta de que tu vida está de paso, que sólo permanecen las letras estampadas y las cruces de las tumbas, y que, por eso mismo, merece la pena ser vivida. El chico que lee nunca tendrá prisa, porque acepta el destino como Aquiles, Cicerón, y todos los héroes que no le dejaron ser; estoico, duro, quieto, peligroso.
Sal con un chico que no lee porque el chico que lee te abandonará cuando descubra que no eres ninguna de esas mujeres que él se imaginó. Que, como le ocurre a Philip Marlowe, el whisky le da mejor resultado que la chica. Farewell, my lovely. En verso, en prosa y sin tomar aire. No escuchaste cuando te recité a Pablo Escribano. Ser dos es no ser casi ninguno.
Míralo a través de la cerveza, sonríele, y déjale que te convenza de que has encontrado, por fin, lo que buscabas. Conócelo, asiente tímidamente cuando te diga que eres la más guapa, baila pegada a él antes de ir a dormir.
Crea una rutina cómoda, la de los domingos al cine y los miércoles el partido de fútbol. Queda con sus amigos, deja que te incluyan en las bromas privadas y que te levanten por los aires. Elegid vuestro bar e ir a las horas que se os espera, deja que te guiñe un ojo desde el otro lado de la barra, sonríe, créete feliz, enamorada, y no analices los detalles. Sal con un chico que no lee e ignora esa sensación al fondo del pecho que te punza de vez en cuando. Convéncete de nuevo de que las películas son sólo eso, películas.
Deja que el tiempo pase, creced, cambiad, alejaos y separaos por un tiempo. Descubre lo sola que te sientes, llora por tu rutina perdida, nota las lágrimas en el café y llámalo. Reflexionad y acordad una línea lógica de actuación. Recuperad sin daros cuenta los domingos de cine y los miércoles de fútbol. Iros a vivir juntos, llenad la casa de películas, cuadros, mantas para el sofá, organiza cenas para tus amigos, que también son los de él y haced todas esas cosas que la gente espera de vosotros.
No salgas con un chico que lee.
No salgas con un chico que lee porque siempre estará pensando en otra mujer. O en muchas. El chico que lee creará su imagen de ti en memoria a todas las que pasaron por sus manos, y sus ojos. Sal con un chico que no lee porque el que lee abofeteará tu realidad, y no te dejará agarrarte a lo previsible. El chico que lee te impulsará a descubrirte, y te enseñará que las cosas más fascinantes de la vida no tienen explicación.
El chico que lee sabrá hacerte cruzar la diferencia entre felicidad y comodidad, y te enseñará que el amor no siempre significa Amor. El chico que lee sabe desde hace tiempo que los buenos no son los que ganan, y que la acción última, el punto que pone fin a la historia, es lo de menos. Te lo repetirá, serio, cansado, hasta que entiendas que no se valora que el soldadito de plomo se arrojara al fuego por la bailarina, porque en realidad, a nadie le importa.
Sal con un chico que no lee porque el chico que lee te hará darte cuenta de que tu vida está de paso, que sólo permanecen las letras estampadas y las cruces de las tumbas, y que, por eso mismo, merece la pena ser vivida. El chico que lee nunca tendrá prisa, porque acepta el destino como Aquiles, Cicerón, y todos los héroes que no le dejaron ser; estoico, duro, quieto, peligroso.
Sal con un chico que no lee porque el chico que lee te abandonará cuando descubra que no eres ninguna de esas mujeres que él se imaginó. Que, como le ocurre a Philip Marlowe, el whisky le da mejor resultado que la chica. Farewell, my lovely. En verso, en prosa y sin tomar aire. No escuchaste cuando te recité a Pablo Escribano. Ser dos es no ser casi ninguno.
Autor desconocido